Erasmo (José Luis Gutiérrez), Censores, inquisidores y maledicentes, Madrid, Leer, 2005. 626 págs., 21,50 euros.
UN HOMENAJE A LA LIBERTAD DEL ALMA: sabrosa recopilación de más de siete años de reflexiones de Erasmo.
Durante siete años, con el seudónimo Erasmo —homenaje categórico a la libertad del alma— quien fuera director, esposo y dilecto amante de Diario 16, ha venido rellenando día a día una brevísima sección publicada en El Mundo. La editorial Leer ha reunido esas dos mil y pico columnas, el doble que las de la gran mezquita cordobesa. Desde aquel minarete desgrana Gutiérrez sus aleyas de libertad. Muchos de esos desahogos y reflexiones destacan por su lucidez premonitoria; otros parecen más obscuros, al carecer de la correspondiente referencia temporal. Buscar la clave resulta en ocasiones entretenido y la ausencia de índices estimula la mente, revelando la fragilidad de las famas: ¿qué se fueron de aquel Jean Marie Le Gil marbellí, o de aquella Mónica de Bagdad, cuyas actividades en el Despacho Oral desencadenaron, según Erasmo, bombardeos mesopotámicos? El autor no se limita a zaherir, también entiende de caricias: conmueven sus epigramas en memoria de Juan Tomás de Salas y Luis Carandell.
Privilegio envidiable el del periodista consagrado, amo y señor de su columna; nuestro Erasmo castizo, fustigador de sátrapas a ambos lados del Estrecho, se permite decir lo que siente, que todavía hoy vesánicos esbirros pretenden hacerle sentir lo que dijo.
Privilegio envidiable el del periodista consagrado, amo y señor de su columna; nuestro Erasmo castizo, fustigador de sátrapas a ambos lados del Estrecho, se permite decir lo que siente, que todavía hoy vesánicos esbirros pretenden hacerle sentir lo que dijo.
El libro no está pensado para lectores bulímicos sino para degustarlo al azar y en dosis homeopáticas. También resulta divertido elegir fechas concretas y sucesos sonados, buscar... ¡y encontrar! Los resultados superan todas las expectativas.
Luis Español Bouché
La Aventura de la Historia nº 88, febrero 2006, pág. 118